Bebo las nubes por ella.
Las nubes se inventaron para que nuestra imaginación
juegue con ellas.
Veo, veo ¿Qué ves? Un cabello, un caballo, a una cortesana, a una corte infectada de
gusanos, a una ballena vacía, a un elefante borracho abusando de una hormiga.
Veo Atenas en el siglo de Pericles, Alejandría,
Samarkanda y el metro que une Lavapiés con Katmandú.
La tormenta me atormenta. Nubes negras como pellejos
de vino.
Llueve, llueve en el país del Nunca Jamás.
Cada nube es un poema ¿Quién lo sabrá descifrar?
Hermana nube, andas siempre a la deriva, tan perdida
como yo.
Nubes, almas de barcos felices, naufragados antes de
que el tiempo fuera hecho.
Nubes, perfectas muchachas núbiles, volando siempre
desnudas por los Campos Elíseos del cielo. Islas del paraíso, flotando con la
pereza del cerdo en rojos atardeceres.
¡Lluvia, lluvia. Húmedo sueño del cielo!
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