Urbe donde pulula
una densa multitud
que por la noche me monta
una gran algarabía.
Durrel y Nabokov
juegan con Ada y Justine.
Cátulo y Garcilaso
hablan de amores perdidos.
¡Amadas estanterías!
Minúsculas metrópolis
donde viven mis maestros, mis amigos,
siempre preparados
a peregrinar conmigo.
Madera fragante de literatura,
donde las musas de mi juventud
retozan con los faunos
emboscados en mi edad madura.
Arbol frondoso que me tala el tiempo,
leñador feroz a sueldo del olvido.
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