sábado, 30 de agosto de 2014

La tortuga



Yo, que fugaz nunca he sido,
siento que habéis pervertido
de Gioconda la sonrisa.
Y, huyendo de lo sereno,
habéis entrado de lleno
en un abismo de prisa.

¿Por qué no aprendéis de mí
que voy siempre al ralentí?
¿Por qué de caparazón
usáis siempre la razón?
¿Por qué tanta agitación?
Sois un tren sin estación.
amáis la velocidad
sin disfrutar de la edad.

Mirad conmigo la luna,
veréis que allí existe un mar
que tiene un nombre sagrado:
mar de la tranquilidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario