domingo, 31 de agosto de 2014

Karavansaray



Hoy vuelvo entre Buda y Pest
con mi sensibilidad a cuestas.
La inspiración fluye por mis venas,
siento el Danubio dentro de mí mismo.

Recuerdo que fuimos al lago Balatón,
las grullas copulaban con la tarde infinita
y Pat se quitaba su inolvidable bikini rojo.
Me regalabas tus dunas,
yo te asombraba con ánforas,
mi dulce karavansaray.

Pedro Botero salió del infierno
y fue fogonero de mis capilares.
Recuerda, cuerpo, recuerda.

Ahora, el mundo está recién creado,
estoy entrando en Budapest,
mientras la tarde magiar
anega un plato del Berliner.

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