domingo, 31 de agosto de 2014

Él



Él se hace pasar por mí,
me usurpa, me imita, me rapta,
se pone mis pantalones y mis sueños.

Se adueña de mis recuerdos más queridos,
de tu adorable sexo y de la voz de tus ojos.

También me roba mis fantasías más salvajes:
disfrutar como una bestia inocente
que goza donde le place,
liberar a las palabras cual lebreles.

A lo mejor soy otro
y no me he dado cuenta.
A lo mejor me he olvidado
que tuve nombre y apellidos.
A lo mejor soy un velero
desplegando toda su parafernalia
en el teclado del ordenador.

El se ha escapado de un psiquiátrico,
con el zoo de su infancia a cuestas,
dando a parar en la cárcel de los fármacos.

Sabedlo de una vez, él soy yo,
el que camina a mi lado,
mi hombre lobo, mi niño salvaje,
mi bruja de Macbeth:

Dobla, dobla la zozobra/ arde, fuego; hierve, olla.
Enfriad el caldo con sangre de mico/y firme y seguro será nuestro hechizo.”

Hoy he visto a mi sombra,
mi sombra manda en mí, yo soy su esclavo.
Ella es la única culpable del asesinato de mis ruiseñores.

Mi sombra es un aprendiz de rapsoda
que repta en libertad por la calle de los martes por la tarde.
Mientras subía al estrado, mi sombra me ha gritado:
“No subas, estás subiendo a tu cadalso.”

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