viernes, 26 de septiembre de 2014

Querido William Sakespeare


“Hasta que tú naciste estaba muerta la belleza”
Gozabas inventando palabras que nadie conocía,
hablabas por boca de reyes y bufones.

Te conocí en un viaje adolescente
y así empezó nuestra pasión eterna,
tú, nube, caballo o música.

Me gusta el desvarío y la locura del rey Lear,
yo también soy carne de psiquiátrico
y avanzo inexorablemente hacia mi deterioro.

Me gusta Macbeth y sus miedos:
“La vida es una sombra pasajera”,
verso asombroso y sombrío.

Me gusta el príncipe Hamlet,
traicionado por su tío y por su madre,
colmado de cariño hacia su padre.

Yo leía a William Shakespeare
en las versiones para escolares,
repletas de maravillosas notas a pie de página.


Te quiero William Shakespeare,
me gustan tus conmovedoras mujeres:
Lady Macbeth o la pasión de mandar,
Cordelia, fiel en su amor filial hasta la muerte,
Ofelia, desdichada, que muere entre flores y canciones,
Julieta, la niña enamorada,
Rosalinda, rebosando picardía e inteligencia.

Sé que sufriste mucho con el asesinato
de tu joven amigo Marlowe, gran dramaturgo.
Somos muchos los que admiramos
su escritura y su sensualidad.
Dice Marlowe:
“¡Qué aptos sus pechos para que yo los acaricie con ahínco,
que suave su vientre, qué largas sus piernas,
qué deliciosos sus muslos!”

En el centro de mi corazón estás más vivo que yo,
nadie ha escrito como tú
y aunque los envidiosos no comprendan
cómo un muchacho de pueblo logró calar tan hondo
“en este cuento contado por un idiota, que no significa nada”,
tendrán que fastidiarse.

Querido William Shakespeare,
nube, caballo, música,
bosque, beso, tempestad.

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