Pienso en tu sexo
y rampantes
como un falo erecto
se desnudan los acantilados,
que van a dar a la mar,
que es el morir.
Pienso en tu sexo
y los poetas me regalan
una canción de alborada.
Yo quiero bucear
en esas líquidas regiones
que almacenan alma.
Pienso en tu sexo
y aprendo a leer entre líneas
la historia más inverosímil
jamás contada
e imagino
que aún es posible la alegría.
Pienso en tu sexo
y a veces tengo miedo de los tiburones,
criaturas sin maneras,
delirio obsesivo
de muchos odontólogos.
Pienso en tu sexo
y un escalofrío gigantesco
recorre mi cuerpo y mi espíritu
inundándome de fuego, agua
y voluptuosidad.