domingo, 5 de octubre de 2014

Viajes

El universo es infinito
y, sin embargo, es caja de cerillas,
los pechos de Esmeralda enamoran a Quasimodo,
que, aunque jorobado y sordo,
divisa el panorama de campanas y gárgolas jugando.

Voy de la mano del atardecer,
me despierto en la cama con un astro,
deleitándome con una música imposible,
¡Como añoro los pechos de Esmeralda!
Tiemblan mis huesos bajo la tierra
y los pájaros recuerdan otra vidas.


Yo no vi la llegada del hombre a la Luna
porque estaba aprendiendo a copular.
¡Bendita ignorancia llena de sabiduría!
Sus muslos eran manzanas,
su sexo me recordaba la canción de los Beatles:
“Ahora saben cuántos agujeros hacen falta para llenar el Albert Hall.”
(Now they know how many holes it takes to fill the Albert Hall.
I'd love to turn you on.)

Cómo me gustaría echarte un polvo.

Mientras los astronautas hablaban
de un gran salto para la humanidad,
nuestra pequeña habitación se llenó
de campos de fresas para siempre.

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