sábado, 1 de noviembre de 2014
Sabedlo, se querían
Hay una vista deslumbrante del Annapurna en un poster en el Hostal Nepal. Calle del Amparo.
Los protagonistas, una pareja de 23 años o así, guapos a rabiar, charlan amigablemente.
Ella se llama Alma, él “La casa del sol naciente” Un poco animal ¿no?
Casa: te regalo la lluvia. Hace falta un poquito de locura. Venga, dame un beso que dure diez años.
Alma: Que exagerao, pues yo te regalo un cisne, que canta una canción preciosa:
“fui tan feliz los martes”
Casa: lo que más me gusta de ti es la sutileza de tu mente
y la belleza de tu cuerpo.
Alma: sigue, sigue, que me estoy poniendo a tono!!
Casa: ¿Nos fugamos a Formentera? Y nos hartamos a joder
Alma: Estás muy dinosaurio. Ahora se folla, que da mucho más gusto!
Casa: Te quiero dar una sorpresa!
Alma: dime, potrillo desbocado.
Casa: es que me han hablado de un sitio que está muy bien, un templo!
Alma: ¿Un templo?
Casa: Sí, un templo de la libertad, la puerta es muy creativa.
Parece que son todo gente de experiencia, de 25 para abajo. Muy buen rollito.
Alma: vale, podemos probar.
Casa: ah, me han dicho que preguntáramos por el becario, que es de Salamanca.
Una vez en el templo, les dijeron que tenían que hacer algo artístico
y como no traían nada preparado,
improvisaron y decidieron presentarse bajo el seudónimo:
“Alma, Animals y Formentera”
Se quitaron la ropa, cinco minutos,
ni un segundo más.
Como es natural, la admiración iba por barrios.
El éxito fue delirante, apocalíptico,
la playa se cubrió de libertad.
Alma exclamó: no, si es que hay mucho salido,
el mundo cambia cundo te quedas en pelotas.
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